4/25/2012

Providencia, guerra y final


Utopía



Eduardo Ibarra Aguirre

Cuando George W. Bush apeló a Dios para justificar sus aventuras bélicas en Afganistán e Irak, el mundo se escandalizó con razones más que justificadas. Incluso en distintos momentos trascendió periodísticamente que estableció la práctica de que su gabinete de seguridad nacional rezara antes de tomar decisiones que provocaban destrucción y muerte en aquellos dos países. Y dolor en naciones europeas –civilizadas y democráticas, por supuesto– y en la base militar de Guantánamo, Cuba, a las que fueron trasladados en vuelos clandestinos los “prisioneros terroristas”, estigmatizados así por el Pentágono y su cada vez más influyente Agencia de Inteligencia de Defensa.

Años después, en Washington, sin que genere un escándalo informativo y menos de opinión en México, Felipe del Sagrado Corazón de Jesús hizo honor a su nombre bautismal, que sus más cercanos niegan, y declaró lo siguiente.

“Es probable que la gente se acuerde de estos años por la violencia y la delincuencia, los crímenes, yo creo que la vida, o la Providencia, llámelo como quiera, decide colocar a la gente acertada en el momento adecuado. Yo creo que muchos problemas en estos aspectos en el crimen fue la falta de una institución fuerte policiaca y en el futuro será un activo muy importante para México”.

El Universal, que no tiene ninguna sospecha de ser un matutino antigobiernista federal, “cabeceó” atinadamente: “La Providencia me puso en la lucha contra el crimen: FCH” (23-IV-12), pues no otra cosa dijo Calderón nada más y nada menos que al dictar la sexta versión de la Cátedra Kissinger en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, misma que contó con la asistencia de su esposa Margarita Zavala; Henry Alfred Kissinger, fundador de la cátedra; Christiane Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional; la secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, Janet Napolitano; además de los exsecretarios de Estado James Baker y Henry Kissinger.

Dicho de otra forma, no se trató de una improvisación discursiva del general de cinco estrellas, en la que acostumbra pasarse de coloquial y hasta de chistoso, tampoco de alguno de los arrebatos de monaguillo de los que hace gala.

Jorge Ramos, enviado, y Jaime Hernández, corresponsal del periódico, recuerdan que “como presidente electo, durante su participación como orador en un acto de la organización ‘Casa sobre la Roca’, Calderón ya había sugerido que él tenía una misión encomendada por Dios”.

Lamentable, sin duda, que este engañabobos presuma que habla con Dios y le otorga misiones que ya costaron al país la pérdida de más de 60 mil vidas humanas, entre 6 y 7 por ciento de las cuales son “daños colaterales” según el lenguaje de la Secretaría de la Defensa Nacional, copiado al Pentágono, pero que significan personas comprobadamente ajenas a la guerra de Calderón; cientos de miles de desplazados de sus hogares y municipios; más de 10 mil desaparecidos, entre otros saldos rojos inaceptables desde cualesquiera ángulos que se analice.

Esa misma guerra auspició el surgimiento de un vigoroso duopolio del crimen organizado, la duplicación en una década del número de mexicanos adictos a las drogas ilícitas, una expansión de las inversiones y negocios lícitos de los capos, el debilitamiento del Ejército y la Marina al involucrarlos en tareas policiacas, el desastre humanitario que padecen regiones enteras…

La providencia es el “Cuidado del mundo y de los hombres que los creyentes atribuyen a Dios: la divina Providencia”, define el diccionario y Calderón Hinojosa tiene el derecho a invocarlo las ocasiones que guste, pero en su casa, iglesia e interior. No en actos gubernamentales.

Acuse de recibo

Primera entrega del comentario de Gustavo Cortés Campa a Encuestas e incertidumbre democrática (20-IV-12): “Desde 2001 a marzo de 2006, las encuestas no fueron tema. No al menos para ‘la izquierda’. Sí había por ahí algunos priístas que mascullaban en corto: ‘¿Tú le crees a las encuestas?’ En cinco años y fracción, los números de todas –absolutamente todas– las firmas encuestadoras colocaban a López Obrador con amplísimo nivel de popularidad y solidaridad y cuando se dio el desafuero, los números rascaban el 80 por ciento. Inaudito. Entonces ‘la izquierda’ veía eso perfectamente normal, indiscutible. La mortificación estaba en las cúpulas del PRI y del PAN, pero nunca hubo de ningún personaje ni siquiera medianamente prominente de esos partidos que se tomara la libertad de descalificar a los momios”… Róger Aguilar concluye sobre México no se rinde (23-IV-12): “El vocero del PRI que quiso hacer sorna de Andrés Manuel exhibe su profundo desprecio por sus votantes cuyos votos cree ya comprados. Por eso con desparpajo ofrece el 10% de ellos. Nada de eso, si hace seis años les ganamos, este año serán millones de votos más. Ya lo veremos”... Antonio del Campo pregunta “Cómo puede un individuo decirse religioso, si no acata los mandatos de su religión, en el caso de Calderón incumple con algunos mandamientos de la Ley de Moisés…”

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