5/27/2018

Voces, cinco semanas antes


Arturo Alcalde Justiniani

No me lo esperaba, habiendo sido invitado a la Asamblea de Representantes del Sindicato Nacional de Telefonistas, después de intervenir sobre la importancia de la reforma laboral en un auditorio lleno, un asambleísta me hizo una pregunta directa: Para lograr una reforma laboral democrática, usted ¿por quién recomienda votar en la próxima elección presidencial? Ante pregunta tan puntual señalé: por ya saben quién, en ese momento se escuchó en el auditorio un fuerte aplauso que me sorprendió por su espontaneidad.
Días después, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, convocado por el Sindicato de Trabajadores Administrativos de la Universidad Autónoma de dicho estado, luego de concluir mi exposición ante más de 600 asistentes, me formularon una pregunta similar: En su opinión, ¿por quién conviene a los trabajadores votar? Yo respondí claramente: Por Morena y de inmediato estalló también un largo aplauso. Sin afán de repetir situaciones similares, que hemos presenciado y escuchado de otros colectivos laborales que se expresan con libertad y en entornos profesionales muy diversos, se exhibe la creciente simpatía en las bases de los gremios no vista en el pasado, por Morena y sus candidatos.
Esta conciencia colectiva representa un verdadero blindaje frente a las estrategias de la llamada guerra sucia, que recién se ha intensificado y que seguro será aún peor en las próximas cinco semanas. El ejemplo más reciente de esta embestida es de una bajeza sin límite: se trata de un comunicado en forma de volante, que ha aparecido también en redes sociales, atacando la imagen de la Virgen de Guadalupe y llamando a la formación de una Iglesia al servicio del Estado; aparecen firmando este pasquín los partidos de la coalición encabezada por Morena y diversas formaciones religiosas no católicas (para incrementar el enojo).
Este material se distribuyó en forma masiva, en un mismo día, en distintas regiones del país, en una acción concertada. No se necesita mucha lucidez para darse cuenta de la falsedad de dicha información; sin embargo, sorprendió y causó extrañeza en algunos espacios, lo cual obligó a que el propio AMLO lo desmintiera.
Aclarado el hecho, como en el caso de otras infamias, falsedades y verdades a medias, producto de la angustia de sus oponentes, el tiro les salió por la culata a los promotores. La interrogante es hasta dónde están dispuestos a llegar empujados por la desesperación de sentirse perdidos. La maquinaria oficial trabaja día y noche para inventar algún escándalo.
El actual proceso electoral ha generado un acelerado aprendizaje colectivo, no sólo en relación con la importancia del cambio y la confianza en que se logrará en pocos días, sino también sobre los temas que involucra: pacificar al país, suprimir la corrupción, mejorar la educación, gozar de salarios dignos, evitar gastos superfluos, apoyar a los auténticos empresarios, proteger el medio ambiente. Como dijera un viejo trabajador textil: Necesitamos que triunfe la decencia.
Los partidos contrarios a Morena, en sus distintos rostros, confiaron demasiado en el segundo debate, creyendo que por arte de magia podrían recuperar la pérdida de confianza popular. Apostaron a que AMLO cometiera muchos errores y al no confirmarse sus pretensiones aparecieron sus caras largas No cayó, dijo un seguidor de Anaya. Nuestro candidato iba bien cuando abordó físicamente a AMLO, para imponerse sobre él y romper su imagen, como lo hizo Trump con Hillary Clinton, pero el candidato de Morena, con el recurso de la cartera, lo descontroló y la verdad, resultó nalgueado.
Por su parte, Meade, candidato del PRI apostó a una difamación en contra de Nestora Salgado, excepcional defensora comunitaria en las montañas de Guerrero, acusándola de un delito del que salió absuelta en distintas instancias, situación que se aclaró por la ONG Verificado.
En su desesperación, intenta montarse en este caso para recuperar la credibilidad que por otras vías no ha obtenido. Toda la maquinaria será puesta en operación haciéndose aparecer como defensores de las supuestas víctimas. Es previsible que en estos días, con lenguaje de contenido incluso racista intentarán lo necesario para asirse de este falso salvavidas esperando obtener los votos de algunos despistados.
Otras voces anónimas, con cabeza más fría, advierten que no es tiempo de celebrar triunfos. Subrayan la necesidad de organizarse mejor para cuidar los votos en todas las casillas, de coordinarse con familiares, amigos y simpatizantes para el día de la elección; de registrarse al menos como observadores; de vigilar que no se presione o compre a los funcionarios o representantes de casilla, como recién se hizo en el estado de México. Asimismo, brindan toda clase de información sobre la compra del voto, presiones patronales y tácticas de manipulación. Imagínense cómo estarán los malosos de preocupados porque se les va a acabar su negocito, decía un expendedor de gasolina.
En una reunión, una profesora normalista, con mucha inspiración, nos confiaba que nunca había esperado que la vida le diera la oportunidad de ver un cambio en nuestro país: sé que será imperfecto y lleno de dificultades, pero dependerá mucho de nosotros. Decía que había que participar en la organización del voto y celebrar una gran fiesta nacional el día del triunfo, después organizarse con el fin de reconstruir el país, añadiendo: hablen con los jóvenes zapatistas, con los católicos que se toman en serio el mensaje de Cristo, con los empresarios de buena fe a los que interesa el presente y el futuro, con los campesinos y obreros que han sido utilizados como carne de cañón, con los ciudadanos que quieren transitar tranquilos por las calles, con los jóvenes que han perdido la fe en la política... hablen, hablen y convenzan. Urgía No podemos dejar pasar esta oportunidad histórica... La verdad, al escucharla, se le ponía a uno la piel chinita.

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